Día Internacional contra el Cambio Climático: Un llamado desde el Magdalena a cuidar la casa común
Puede que, durante un par de semanas o meses, no vivamos nada que nos recuerde su existencia. Pero, aunque no siempre se haga notar con la misma intensidad, el cambio climático sigue presente y avanza silenciosamente.
A veces lo sentimos en las olas de calor, las lluvias torrenciales o las sequías que transforman el paisaje. Sin embargo, más allá de estos episodios, la realidad es que el planeta está enviando señales cada vez más claras: necesitamos actuar.
Cada 24 de octubre se conmemora el Día Internacional contra el Cambio Climático, una fecha que no busca celebrar, sino recordar la urgencia de frenar la crisis ambiental que afecta a todos los rincones del mundo. Este día surge como una iniciativa global para generar conciencia sobre la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y adoptar medidas sostenibles en todos los niveles: desde los gobiernos hasta los hogares.
El cambio climático: una realidad cercana
En Colombia, un país megadiverso y con ecosistemas únicos, los efectos del cambio climático se sienten con especial intensidad. El aumento de la temperatura, la variación en los ciclos de lluvia y la pérdida de biodiversidad son algunos de los signos más evidentes de un planeta que pide auxilio.
La ingeniera ambiental Carmen Pabón explica que: “El Día Internacional contra el Cambio Climático va más allá de un simple recordatorio. Es un llamado a la acción, un momento para escuchar, entender y actuar. Porque el cambio climático no es un concepto lejano, es una realidad que toca nuestras costas, nuestros campos, nuestras vidas, nuestros ríos.”
Pabón recuerda que Colombia ha visto cómo su temperatura promedio ha aumentado en 0.8 °C en las últimas décadas, y en regiones como el Magdalena, los efectos son cada vez más visibles.
“La tierra que nos dio Macondo, la tierra de la Ciénaga y de la Sierra Nevada de Santa Marta enfrenta la furia del cambio climático. El aumento del nivel del mar amenaza las costas y el ecosistema de la Ciénaga Grande, afectando los manglares, la pesca artesanal y la agricultura. Pero esta no es una historia de derrota, es una historia de resiliencia y esperanza.”
Para ella, el llamado es claro, “es hora de dejar de ser espectadores y convertirnos en protagonistas del cambio. Hagámoslo por la tierra, por el Magdalena, por Fundación, por las nuevas generaciones y por nuestro sustento diario.”
Voces desde el territorio
Desde Santa Marta, Harol Estrada, miembro de Fundación Salva tu Río, advierte que la situación ambiental actual ya no puede describirse solo como “cambio climático”, sino como una crisis climática.
“El cambio climático es un fenómeno natural cíclico, una forma en que el planeta se autorregula. Pero las malas prácticas humanas han acelerado esos procesos, acortando los ciclos naturales y generando una crisis global.”
Estrada señala que los efectos son visibles en todo el Caribe colombiano: la erosión costera, la pérdida de masa vegetal y el aumento de la temperatura en zonas que antes eran frías.
“Hoy vemos cómo la Sierra Nevada de Santa Marta ha cambiado sus ciclos térmicos. Zonas que eran frías ahora son templadas, y eso está afectando las cuencas hídricas y la disponibilidad de agua.”
Para él, la educación ambiental y el compromiso colectivo son herramientas esenciales para enfrentar esta realidad, “si no hay educación o formación en pensamiento crítico, no hay evolución. La pedagogía ambiental permite que las nuevas generaciones se empoderen de sus territorios y entiendan que somos parte del ecosistema, no sus dueños.”
Acción local, compromiso global
Tanto Carmen como Harol coinciden en que la respuesta al cambio climático debe ser integral, combinando la acción local con el compromiso global.
Reforestar, reducir el consumo de plásticos, proteger los ríos y manglares, usar el transporte sostenible y promover la educación ambiental son pasos concretos que cada comunidad puede emprender.
El desafío es grande, pero la esperanza también lo es. Cada acción cuenta, cada voz importa y cada gesto suma en la construcción de un futuro más sostenible.
El 24 de octubre no debe pasar como un día más en el calendario. Es una oportunidad para mirar el entorno, escuchar a la naturaleza y actuar desde lo cotidiano.
El cambio climático no se combate solo con palabras, sino con decisiones: con menos consumo, más conciencia y una conexión más profunda con la tierra.
“El futuro de nuestro planeta depende de lo que hagamos hoy. Cada árbol que sembramos, cada gota que cuidamos, cada hábito que cambiamos, es una acción por la vida”, concluye líder ambiental Carmen Pabón.