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Día Internacional del Artista: Una fecha que exalta a quienes con voces, trazos y movimientos transforman el mundo

Cada 25 de octubre el mundo celebra el Día Internacional del Artista, una fecha que rinde homenaje a quienes, a través de sus obras, dan vida a ideas, emociones, memorias y realidades.
Día Internacional del Artista: artistas colombianos 2025
Luis Rojas
Luis Alberto Rojas

Aunque no es reconocida oficialmente por organismos internacionales, esta fecha ha sido adoptada globalmente en honor al nacimiento del pintor español Pablo Picasso, ícono del cubismo y de la revolución artística del siglo XX. Más allá de los grandes nombres y galerías internacionales, esta jornada tiene un significado especial en lugares donde ser artista es un acto de fe, resistencia y transformación.

Colombia, es un país donde el arte florece desde lo ancestral y lo contemporáneo, desde los murales urbanos en Bogotá, Medellín y Cali, hasta los cantos tradicionales del Pacífico, los tejidos wayuu del norte o las danzas del Caribe, el arte colombiano es un reflejo de su diversidad étnica y cultural; sin embargo, el acceso a oportunidades para los artistas sigue siendo desigual.

La Guajira, es cuna de poetas, músicos, artesanos y pintores que han sabido transformar el paisaje árido en colores vibrantes y expresiones de identidad. La cosmovisión indígena de la comunidad wayuu, permea todas las formas de arte local, desde los tejidos y dibujos hasta la música tradicional, particularmente en territorios como estos, ser artista implica luchar contra el olvido, la falta de oportunidades y la constante subvaloración de la cultura.


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El arte como herramienta de sanación

En medio de este panorama, emerge la historia de Roberto Carlos Torres Silva, un joven artista visual de 25 años nacido en Fonseca, La Guajira, que ha decidido no solo vivir del arte, sino convertirlo en una herramienta para impactar a su comunidad. Desde muy pequeño, Roberto estuvo expuesto a las manifestaciones artísticas y al folclor de su región, influenciado por su entorno familiar y cultural, esa herencia se convirtió en vocación y en un propósito de vida: Pintar lo que otros no saben cómo contar.

"No llevo mucho tiempo en esto porque el arte no es una necesidad prioritaria como comer; pero a pesar de ello, me tracé el propósito de vivir de mi arte, de conectar con la gente, de comunicar a través del arte lo que mis clientes piensan. Más que pintar y entregar un producto, lo que hago es materializar una vivencia", explica el artista, con la sinceridad de quien ha encontrado en los pinceles una forma de dar sentido a su vida y a la de los demás.

Frente a la escasez de empleo formal y a la desvalorización del trabajo artístico, Roberto decidió abrir su propio camino, emprender y crear un proyecto que no solo le permita subsistir, sino también compartir su talento y generar espacios creativos en su municipio, donde niños y jóvenes puedan estudiar, capacitarse y proyectarse como artistas, convencido de que el arte no solo embellece, sino que transforma y dignifica.

“Actualmente los artistas en La Guajira enfrentamos muchos desafíos, no es la competencia entre nosotros lo que nos afecta, sino el poco valor que la sociedad nos da. El arte está infravalorado, y eso ha acabado con los sueños de jóvenes con talentos, con dones increíbles, que desisten de la idea de dedicarse al arte”, manifestó Torres.

Según cifras del Ministerio de Cultura, en Colombia más del 70% de los artistas no cuentan con ingresos estables provenientes de su trabajo creativo. Las oportunidades se concentran en las grandes ciudades, dejando a las regiones con menos acceso a formación, financiación o espacios de circulación. Aun así, es en esas regiones donde el arte conserva su sentido más genuino, el de narrar las raíces, preservar las memorias y construir esperanza.

A pesar de lo anterior, Roberto, es uno de esos artistas persistentes, que se reinventa cada vez que lo considere necesario, a través de su arte, busca preservar la memoria colectiva, dignificar las vivencias de su comunidad y ofrecer una alternativa creativa a las nuevas generaciones. Su compromiso va más allá del acto de pintar, consciente del potencial transformador del arte, Roberto sueña con crear una escuela donde niños, jóvenes y adultos puedan formarse, expresarse y encontrar en el arte una herramienta de desarrollo personal y colectivo.

Conmemorar el día internacional del artista, es reconocer que detrás de cada obra hay un creador que desafía la adversidad, que se atreve a soñar y a construir desde la sensibilidad. En el marco de esta efeméride, la historia de Roberto cobra un sentido especial, es un joven que representa a una generación de creadores que no buscan únicamente reconocimiento, sino hacer del arte un medio para construir, sanar y cambiar vidas en los distintos territorios.

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