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CERRAR

Restricciones en zonas públicas de El Campín provocan controversia con operador Sencia

Comerciantes y residentes denuncian que el operador privado del estadio ha restringido el paso en zonas tradicionalmente abiertas. Sencia asegura que se trata de medidas autorizadas para garantizar la seguridad en eventos.
Carlos Ramos

El manejo de los espacios públicos alrededor del Estadio Nemesio Camacho El Campín desató una creciente controversia en Bogotá. Vecinos, comerciantes y transeúntes aseguran que, desde que el consorcio Sencia asumió la operación del escenario en 2024, varias áreas abiertas cercanas han sido cercadas o restringidas, afectando la movilidad peatonal y reduciendo el uso recreativo de zonas que históricamente fueron de libre acceso.

“Desde enero, cuando comenzaron a cerrar, el flujo de gente bajó muchísimo y los negocios se han visto golpeados. Eso es servicio público y no deberían cerrarlo”, afirmó Alberto, comerciante del sector. Otra vendedora, Sandra González, señaló que la restricción también ha impactado a los vendedores informales que antes trabajaban alrededor del estadio, mientras que ahora, asegura, la concesión concentra el control de la actividad comercial.


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Las denuncias han sido presentadas en redes sociales y ante la Personería de Bogotá. Algunos residentes consideran que el cerramiento convierte el estadio y sus alrededores en un espacio “privado”, lo que rompe con el uso comunitario que tenía el lugar.

Frente a los reclamos, Edgar Cardona, vicepresidente de Operaciones y Experiencia al Cliente de Sencia, aclaró que las medidas responden a protocolos de seguridad establecidos por ley y que muchos cierres perimetrales son exigidos por la Secretaría de Gobierno y los organizadores de partidos y conciertos. “Esto no lo maneja directamente Sencia; se aplica desde antes de la concesión y obedece a los tres anillos de seguridad que exige la normativa. La gente puede transitar, pero debemos garantizar la seguridad”, dijo.

Cardona también subrayó que la comunidad no está teniendo en cuenta que el proyecto traerá una valorización significativa de los predios del sector, un costo que, afirma, no deberán asumir los residentes, sino el operador privado. Añadió que, con el avance de las obras, se espera que aumente el flujo de visitantes y, con ello, los ingresos para comerciantes y vendedores a futuro.

Sobre las críticas al modelo de reparto de utilidades, Sencia sostiene que el actual esquema, en el que el Distrito recibe el 1 % y el operador el 99 %, cambiará una vez se recupere la inversión inicial, pasando a un 25 % para la ciudad y un 75 % para la empresa. La concesión se mantendrá durante 30 años, tras lo cual el Distrito recuperará el control total del estadio y del complejo que se construya alrededor.


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El directivo también precisó que, aunque los cerramientos son amplios, existen pasos peatonales habilitados que permiten cruzar entre la avenida NQS (carrera 30) y el costado oriental del estadio. Zonas como el Palacio del Colesterol, el Campincito y otras áreas de uso común permanecen abiertas al público.

El megaproyecto de renovación de El Campín con una inversión cercana a los 500 millones de dólares, que incluye un nuevo estadio para 50.000 espectadores, un auditorio para la Orquesta Filarmónica de Bogotá, clínica, zonas comerciales y hotel, ha despertado tanto expectativas como críticas. Entre las más recurrentes están el impacto económico sobre el comercio local, la distribución de beneficios al Distrito y la transformación del espacio público en torno al emblemático escenario deportivo.

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