"Nadie nos descubrió, aquí estábamos": Santa Marta cumple 500 años, pero su historia comenzó mucho antes...
La Perla de América se viste de fiesta para celebrar sus 500 años de tradición, fuerza y resiliencia.
Esta ciudad, que ha visto crecer a generaciones de samarios y visitantes, ha transformado sus calles, que antes llevaban nombres de próceres o costumbres, y hoy muchas se identifican simplemente por números. Algunas de sus casas tradicionales, aquellas que llevaban nombres femeninos grabados en sus fachadas, ya no existen, arrasadas por el paso del tiempo y la modernidad.
En este lugar nació Colombia, con la llegada de los españoles y el primer encuentro o desencuentro con los pueblos originarios. Hoy, medio milenio después, Santa Marta no solo mira hacia atrás para recordar su historia, sino que también se proyecta hacia el futuro con un espíritu renovado y una ciudadanía que lucha por conservar su esencia frente a los desafíos contemporáneos.
Lee también: Día de la televisión colombiana: momentos que redefinieron nuestra pantalla
Radio Nacional de Colombia, 85 años conectando a los territorios

¿Quién fundó Santa Marta y en qué fecha?
Santa Marta fue fundada el 29 de julio de 1525 por Rodrigo de Bastidas, convirtiéndose en la ciudad más antigua de Colombia y una de las primeras en toda Sudamérica. Desde sus orígenes, fue un puerto estratégico para los colonizadores españoles, pero también un territorio de firme resistencia por parte del pueblo Tayrona, cuyos descendientes Arhuacos, Koguis, Wiwas y Kankuamos aún habitan y protegen la Sierra Nevada, corazón espiritual y natural del país.
Según el historiador Édgar Rey, “Santa Marta tuvo sus primeras exploraciones hacia 1501, cuando Rodrigo de Bastidas recorrió las costas del Caribe desde el Cabo de la Vela hasta Cartagena. Posiblemente descubrió la desembocadura del río que los indígenas llamaban Cariiguaña, hoy conocido como el río Magdalena, y lo bautizó así”.
Más adelante, agrega: “Bastidas firmó unas capitulaciones con la Corona española para fundar una ciudad con el nombre de Santa Marta. Aunque se discute si la fundación fue en 1525 o 1526, los documentos del Archivo General de Indias confirman que el acta quedó fechada el 29 de julio de 1525”.
El propio Bastidas, sin embargo, tuvo una vida breve en la ciudad. “Poco después de la fundación tuvo conflictos con sus propios compañeros y fue apuñalado. Murió en 1527, en Santiago de Cuba”, explica Rey.
Te recomendamos leer: “La Putana”, la canción que cuenta el desarrollo de la primera Gran Marcha por los Derechos Laborales en Colombia

La ciudad dos veces santa
Durante la época colonial, este lugar conocido también como ‘la ciudad dos veces santa’ fue centro de actividad comercial, religiosa y militar. Su relevancia fue tal que, en 1830, acogió los últimos días del Libertador Simón Bolívar, quien falleció en la Quinta de San Pedro Alejandrino, hoy convertida en museo y patrimonio nacional.
No obstante, la consolidación de Santa Marta fue un proceso lento y accidentado. Como lo señala Rey, “durante los primeros 100 años después de la fundación, hubo enfrentamientos constantes entre los españoles y los pueblos indígenas, especialmente en Bonda, Mamatoco y Taganga, que ofrecieron una fuerte resistencia a la ocupación. Esta resistencia fue debilitada por las armas de fuego, los caballos y el avance tecnológico de los conquistadores, lo que obligó a muchos pueblos a replegarse hacia la Sierra”.
En el territorio también habitaban otros pueblos originarios como los Chimilas, “quienes ofrecieron una de las resistencias más férreas contra los españoles en zonas como Fundación y Ciénaga”, indica el historiador. Y añade, “a pesar de los esfuerzos de los colonizadores, los indígenas nunca fueron vencidos del todo. Su cultura, aunque golpeada, sobrevivió en lo profundo de la Sierra Nevada”.
A lo largo de los siglos, la ciudad también enfrentó calamidades externas que marcaron su historia. ‘La Perla de América’ fue asediada en repetidas ocasiones por piratas, bucaneros y corsarios; saqueada, incendiada y, aun así, siempre reconstruida.
Hoy, ese espíritu resiliente perdura en lo que conocemos como ‘la ciudad naturalmente mágica’. A esto se sumaron terremotos en el siglo XVIII, el abandono por parte de la corona y el mar que, en ocasiones, invadía el casco urbano y destruía viviendas e iglesias, como la antigua catedral que estuvo ubicada cerca de la actual carrera primera.
Te interesará: Masacre de las Bananeras: 96 años y aún sigue vigente la lucha obrera
Cumpleaños 500 de Santa Marta
En el marco de los 500 años de la ciudad, la voz de las y los gestores culturales cobra una relevancia esencial. Una de ellas es Graciela Orozco Méndez, maestra, investigadora y coordinadora del proyecto de Cultura y Pedagogía de la IED Juan Miguel de Osuna, reconocido a nivel nacional e iberoamericano. Su labor, basada en el rescate de la memoria colectiva a través del arte y la educación, ha sido un faro para generaciones.
“Desde hace años trabajamos con el tema de Santa Marta de forma integral: desde lo histórico, lo social y lo cultural. No es nuevo para nosotros hablar de los 500 años de fundada, pero es clave recordar que solo hablamos de fundación española, porque nuestros hermanos mayores estaban aquí muchos siglos antes”, afirma la maestra.
A través del arte, la danza, la música, la poesía y las coplas, este proyecto busca devolver a las nuevas generaciones el orgullo por su identidad caribe y samaria. En sus palabras, “Santa Marta es cultura porque fue donde empezaron a darse las primeras expresiones danzarías, musicales y medicinales de nuestros pueblos originarios. Hoy trabajamos para que eso no se olvide”.
Lee también: Colombia y México buscan los restos de José María Melo, presidente de origen pijao

Magdalena, pluricultural
El departamento del Magdalena, según sus investigaciones, es el más pluricultural del país. “En un país que baila con 1.068 aires diferentes, el Magdalena aporta 114 ritmos. Solo en Santa Marta tenemos el paloteo, el Congo grande, el caimán, el garabato, las danzas de pajarito, el chándal, la cumbia y, por supuesto, la Guacherna samaria, un fandanguillo que nació entre pueblos ribereños iluminados por antorchas”.
Festival Nacional de la Guacherna
En este espíritu de celebración, la ciudad se prepara para celebrar la versión número 27 del Festival Nacional de la Guacherna samaria y magdalenense, del 21 al 24 de agosto, una fiesta que reunirá música, danza, memoria y pedagogía. Organizado por la Fundación Cultural Los Hijos de la Tierra, el festival contará con foros sobre bailes cantados y actividades en las que las instituciones educativas presentarán montajes culturales para contar la historia de Santa Marta desde la creación artística.
“Santa Marta no solo es historia, es resistencia, es diversidad cultural. Por eso hay que participar, para que la gente vea cómo podemos contar la historia de nuestra ciudad a través del arte. Como dice la copla que repito siempre: ‘Ellos no nos descubrieron, porque aquí ya estaban nuestros hermanos mayores, origen del porvenir’, Santa Marta es la cuna de la historia y la cultura, de la guacherna samaria, del palote hoy la cumbia’”, dice cantando Chela Orozco.
Este llamado a fortalecer el sentido de pertenencia se replica en escuelas, fundaciones y colectivos culturales que hoy, en el cumpleaños 500 de la ciudad, alzan la bandera de la cultura como herramienta de transformación y legado, “porque cada vez que había un grito de libertad, había diversidad cultural y nosotros debemos sentirnos orgullo de ello”, concluyó la maestra.
Te interesará: Se cumplen 35 años del atentado terrorista al Avión 203 de Avianca por el Cartel de Medellín

Santa Marta, deportiva e incluyente
Hablar de Santa Marta también es hablar de deporte. En sus calles, playas, barrios y coliseos se han formado generaciones de atletas que han llevado en alto el nombre de la ciudad. Desde de Pescaito hasta los estadios internacionales, el deporte ha sido una expresión de orgullo, pertenencia y oportunidad.
Pescaito, más que un barrio, es leyenda viva del fútbol colombiano. Allí nació y creció Carlos 'El Pibe' Valderrama, ídolo eterno de la Selección Colombia, cuya melena dorada sigue ondeando en la memoria colectiva del país. También han salido de estas canchas Didier Moreno, Jorge Bolaño, José 'Pepe' Portocarrero, entre otros.
Y si de símbolos deportivos hablamos, el Unión Magdalena es el equipo del alma samaria y de muchos en la Región Caribe. Fundado en 1951, es uno de los clubes históricos del fútbol colombiano y el primero en llevar la estrella del campeonato nacional a la región Caribe, al consagrarse campeón en 1968. Aunque ha vivido altibajos entre categorías, la pasión por el ‘Ciclón Bananero’ sigue intacta. Su hinchada lo acompaña con orgullo, cantos y fidelidad, tanto en el antiguo Eduardo Santos como en el estadio Sierra Nevada.
Pero Santa Marta no es solo fútbol. También ha tenido referentes en disciplinas como el atletismo, el patinaje y el levantamiento de pesas. Deportistas samarios han brillado en competencias nacionales e internacionales, llevando con orgullo la bandera del Magdalena y de Colombia a lo más alto.
Además, están los deportistas anónimos: quienes corren por la playa al amanecer, los equipos de fútbol de los fines de semana, los ciclistas que suben a Minca, o los abuelos que siguen jugando dominó en la sombra de un trupillo.
Una ciudad que se cuenta desde lo popular
Más allá de su historia fundacional y sus paisajes paradisíacos, Santa Marta también se cuenta desde lo popular: desde sus barrios, sus esquinas, su comida de madrugada y el eco de los picós que encienden la rumba barrial.
Pescaito, cuna de futbolistas, de orgullo afro y de alegría desbordante. San Fernando, Mamatoco, María Eugenia, Manzanares, 20 de Julio… Cada barrio tiene su identidad, sus leyendas, su gente y su esquina emblemática donde se conversa, se ríe o se canta.
Gastronomía de Santa Marta
La gastronomía samaria popular también cuenta su historia a su manera. En las madrugadas, cuando la ciudad aún es silenciosa, los fritos toman el protagonismo: las tradicionales arepas de huevo, empanadas, carimañolas y papas rellenas, se consiguen en esquinas humeantes de vapor y sabor. Allí, una olla con aceite hirviendo es más que un puesto de venta; es el centro de una comunidad.
Y no hay samario que no haya "resuelto" alguna vez con el clásico desayuno: guineo verde con queso costeño y mantequilla, conocido simplemente como el ‘resuelve’. Pero si se quiere una versión “gourmet”, aparece el cayeye, con su punto de sal justo, vestido con queso rallado y un hogao de tomate y cebolla, símbolo de identidad costeña que ya ha cruzado fronteras.
Al caer la noche, la ciudad se transforma y la carrera sexta se convierte en el epicentro de la comida rápida samaria. Allí, las ‘hamburguesas de Nico’ o los ‘perros cebolleros de Víctor’ son casi patrimonio local. Con nombres propios y recetas únicas, cada puesto ha conquistado generaciones de comensales, estudiantes, trabajadores nocturnos y fiesteros que hacen fila sin importar la hora.
Rumba en Santa Marta
La música también tiene su espacio sagrado: la rumba con picó, donde la champeta, la salsa, el reguetón y un buen vallenato suenan fuerte, y las reuniones en las esquinas siguen siendo el punto de encuentro por excelencia. En estos espacios se celebran los cumpleaños, los goles de la Selección y hasta las penas, al ritmo de una bocina potente y un coro de carcajadas.
En Santa Marta lo popular no es periférico, es esencia. Son costumbres que resisten al tiempo, que no se olvidan y que se convierten en relato vivo de una ciudad que no solo se ve, sino que se huele, se come y se baila. Esto es Santa Marta, ‘la magia de tenerlo todo’.