Desde las parcelas de Tumaco, emprendedoras rurales cosechan los frutos de la paz
Para las más de 70.000 mujeres rurales de las 365 veredas del municipio de Tumaco, la firma del Acuerdo de Paz es su mejor garante para emprender desde la agricultura, la pesca, las artesanías y la transformación de las frutas tropicales.
Desde hace 9 años cuando se consolidó el fin del conflicto armado entre las extintas Farc-Ep y el Gobierno nacional, Xilena Dájome, secretaría local de mujer, equidad y género asegura que las campesinas de esta región, ya no temen volver a las parcelas y menos aún, apretar entre sus manos el azadón y la pala entre otras herramientas de trabajo para sustituir aquellos cultivos que un día trajeron dolor y sosiego en sus comunidades
Por eso, hoy asegura que las mujeres rurales demuestran que la paz es su mejor aliado para emprender y demostrarle al mundo que desde la costa pacífica nariñense las campesinas llevan en sus manos la semilla de la paz.
Los frutos de ese importante valor que dignifica a la humanidad, se reflejan en cada iniciativa que nace en el campo del pacífico nariñense. Por eso, la transformación de frutos y semillas tropicales permite a Estephanie Ocampo y a su hija Helen Mariana Ocampo la elaboración artesanal de productos capilares.

Su emprendimiento cimentado en la transformación del cacao, naidy y coco, les permite la obtención de esencias y aceites caseros que por sus propiedades naturales son muy usados para reavivar los rizos del cabello.
Los conocimientos de la medicina tradicional que les fueron heredados por sus abuelos, les permite también la obtención de esencias complementarias a partir de extractos caseros de limoncillo y romero entre otras plantas. Su iniciativa familiar conocida como ‘Ancestral Organic’ nació hace 4 años, tras recordar la manera en que su abuela Maura Gutiérrez obtenía el aceite de aguacate y coco que cosechaba en la vereda Gualtal río Mira.
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Sabiduría ancestral
Y es que en el pacífico sur colombiano la sabiduría ancestral no tiene limites por eso desde las veredas Candelillas y San José de Caunapí, Gloria Bolaños junto a Consuelo
Landazury integrantes de la Asociación Porvenir Campesina ‘Asoporca’, incursionan con la transformación artesanal del borojó en deliciosos postres.
La cantidad de mermelada varía y por eso semanalmente elaboran entre 50 y 60 vasos del dulce. Su emprendimiento está cimentado en la gastronomía y surgió hace 8 años como una apuesta para generar empleo e impulsar la siembra de dicha fruta.
Con esta iniciativa que les garantiza el sustento diario de sus hogares, aseguran que retornó la paz porque ahora en el campo, la mayoría de hogares decidió reemplazar la siembra de coca por frutas tradicionales. Para ellas, el borojó es una buena opción, porque precisan que no requiere mucho cuidado y que de una hectárea de cultivo obtienen hasta una tonelada semanal de la fruta.

El ingenio de las mujeres campesinas no se detiene y por eso desde hace 3 años; Yolima Montaño y Leonor Obando, iniciaron en el consejo comunitario Alto Mira y Frontera con la producción de la crema de charuco, bebida tradicional que en la verada Bocas Tulmo tiene como base el aguardiente de caña, canela, anís y leche condensada.
Esta bebida tradicional la producen a través de la asociación Majasha, cuyo nombre que identifica a la agremiación comunitaria lleva las iniciales de los nombres de los hijos de aquellas campesinas que integran a dicha iniciativa.
Al proyectarse como un producto típico, cuyos procesos de elaboración se conservarán de generación en generación, estas madres emprendedoras subrayan que en Majasha están inmersos los nombres de: María José, Ayira, Alejandro, Andrés, Amara, Sharica y Sarai.