Muchas veces pensamos que superar un cáncer es el final de la historia. Sin embargo, en algunos casos, la enfermedad deja una sombra silenciosa: células tumorales que viajan a otros órganos y permanecen inactivas durante años o incluso décadas. Ahora, un nuevo estudio publicado en la prestigiosa revista Nature revela que infecciones respiratorias como la gripe o la covid-19 pueden “despertar” a esas células dormidas, favoreciendo su proliferación y aumentando el riesgo de recaída.
Más allá del titular que ya ha circulado en diferentes medios de comunicación, la investigación abre preguntas profundas para la oncología, la inmunología y la salud pública: ¿qué mecanismos biológicos están detrás? ¿Podemos prevenir este “despertar” sin comprometer la defensa contra infecciones? ¿Deberíamos repensar las estrategias de seguimiento y vacunación para personas con cánceres en remisión?
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El interruptor biológico: de la inflamación a la metástasis
Durante una infección viral en las vías respiratorias, nuestro organismo responde liberando unas pequeñas proteínas llamadas citocinas que actúan como mensajeros que activan nuestras defensas. Entre ellas destaca la interleucina-6 (IL-6), clave para coordinar la defensa, pero que también tiene un lado oscuro: puede favorecer la proliferación de células cancerígenas. De hecho, IL-6 actúa como un “termómetro” de la inflamación en infecciones respiratorias como la covid-19, en las que niveles más elevados de esta molécula se asocian con una peor evolución y mayor gravedad de la enfermedad.
El estudio encontró que, en modelos animales con cáncer de mama que ha formado metástasis en los pulmones, la infección por virus de la gripe o la covid-19 aumentó rápidamente los niveles de IL-6, y con ello, el número de células tumorales activas.
Estas no solo “despertaron” de su estado latente, sino que continuaron dividiéndose durante meses. Lo más sorprendente es que, incluso cuando la IL-6 volvió a niveles normales, las células siguieron activas, lo que sugiere que hay otros factores que toman el relevo para mantener este estado proliferativo.

El papel inesperado de las células T
El trabajo identificó además otro actor clave: las células T CD4+, que normalmente ayudan a regular la respuesta inmunitaria. En este contexto, lejos de eliminar las células cancerígenas, parecen protegerlas de ser atacadas por las células T CD8+, las verdaderas “asesinas” del sistema inmune. Cuando los investigadores eliminaron las CD4+, los tumores proliferantes disminuyeron, indicando que estas células pueden mantener encendido el “interruptor” del cáncer tras la infección.
Este hallazgo plantea una paradoja inquietante: componentes esenciales de nuestra defensa frente a virus pueden, en ciertas circunstancias, favorecer la reactivación tumoral.
Aunque la mayor parte de los resultados descritos proviene de modelos animales, análisis de grandes bases de datos humanas (como UK Biobank) sugieren un patrón similar. En personas en remisión que se infectaron por SARS-CoV-2 (el virus de la covid-19), el riesgo de muerte por cáncer se duplicó en los meses posteriores a la infección.
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¿Solo gripe y covid-19? Una puerta abierta a nuevas preguntas
Aunque el trabajo se centró en gripe y covid-19, es probable que otros virus respiratorios capaces de inducir inflamación intensa tengan efectos similares. Esto abre un campo de investigación sobre cómo patógenos comunes podrían influir en la progresión de enfermedades crónicas.
También queda por aclarar si este fenómeno ocurre en otros tipos de cáncer, en órganos distintos de los pulmones, o con infecciones no virales.
De la ciencia básica a la prevención clínica
El impacto de este hallazgo no es inmediato en términos de cambiar protocolos médicos, pero plantea varios escenarios posibles:
- Uso de fármacos que bloquean la IL-6 durante infecciones graves en personas con alto riesgo oncológico. La buena noticia es que estos fármacos ya existen.
- Recomendaciones más estrictas de vacunación contra gripe y covid-19 para supervivientes de cáncer.
- Mantener un seguimiento oncológico regular, especialmente en los meses posteriores a una enfermedad respiratoria.
En resumen, este hallazgo conecta dos mundos que rara vez se cruzan en la mente del público: las infecciones virales y el cáncer metastásico. No significa que una gripe cause cáncer, sino que, en personas con células tumorales latentes, la inflamación generada por el virus puede ser el empujón que esas células necesitan para volver a crecer.
La ciencia apenas empieza a descifrar este proceso, pero entenderlo podría salvar vidas en un futuro no muy lejano.
Isidoro Martínez González, Científico Titular de OPIs, Instituto de Salud Carlos III; Carlos Pita Martínez, Investigador predoctoral, Instituto de Salud Carlos III; Daniel Sepúlveda Crespo, Investigador Miguel Servet, Instituto de Salud Carlos III y Salvador Resino García, Investigador Científico de OPIs, Instituto de Salud Carlos III
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.