Campesinado unido por la acción climática: San Vicente del Caguán le apuesta a la adaptación rural
Jóvenes rurales impulsan alternativas sostenibles a través de la organización Caguán sin Fronteras, en alianza con la ONG ClimaLab, con enfoque en soberanía alimentaria, turismo comunitario y conservación de la biodiversidad.
Las comunidades campesinas de 15 veredas del municipio de San Vicente del Caguán han unido esfuerzos para enfrentar los efectos del cambio climático desde su realidad rural, construyendo de manera participativa un plan de adaptación al cambio climático que parte del conocimiento empírico, el arraigo territorial y la visión de la juventud rural.
“Para nosotros ha sido muy importante fortalecer la conservación y protección de nuestra biodiversidad amazónica”, señala Yory Acuña, representante de Caguán sin Fronteras, al destacar el trabajo conjunto con expertos climáticos y líderes locales para mapear riesgos, identificar oportunidades y proponer soluciones desde las fincas, veredas y territorios que habitan.
Uno de los espacios más significativos se desarrolló recientemente en la vereda Sotará, donde los asistentes participaron en una jornada teórico-práctica centrada en la soberanía alimentaria. Allí, integrantes de la organización compartieron experiencias sobre producción sostenible de peces y gallinas ponedoras, conectando saberes campesinos con estrategias técnicas.
“Llevamos seis años trabajando con peces, hemos fallado varias veces, pero el mensaje es no desistir: hay que ensayar hasta aprender a producir bien y ser rentables”, reflexiona Gabriel Muñoz, campesino anfitrión del encuentro.
Además del componente productivo, la organización ha apostado por el turismo comunitario como motor de desarrollo alternativo. Con aliados como la Corporación de Turismo de San Vicente y Caguán Travel 65, quienes han identificado rutas ecoturísticas y activado experiencias locales bajo el sello “San Vicente del Caguán, destino de paz”, conectado al corredor norte del departamento del Caquetá.
“Queremos producir de manera consciente, con respeto por la naturaleza y nuestros saberes”, afirma Acuña. Para ello, han creado el Sello de Biodiversidad Cahuán sin Fronteras, una estrategia que promueve la conservación desde las propias unidades productivas, equilibrando economía y sostenibilidad. “Es posible tener galpones, peces y ganadería, pero sin afectar los ecosistemas que nos rodean”, agrega.
Durante la jornada en Sotará, las y los participantes recorrieron un sendero ambiental, ubicado en la finca de Gabriel que hace parte de un corredor biológico. Allí se instalaron cámaras trampa para identificar especies silvestres y conectar el conocimiento técnico con el sentir del territorio. “El intercambio de experiencias es clave, porque aunque estemos en el mismo municipio, cada vereda tiene condiciones distintas”, apunta Gabriel Muñoz.
Foto: Jhonny Briñez
El proceso también ha permitido articular saberes entre comunidades de otras zonas como el Yarí, Campo Hermoso y Villalobos. Con cerca de 50 asociados, Caguán sin Fronteras se ha consolidado como un actor clave en la promoción de la economía campesina y el fortalecimiento de las capacidades locales para hacer frente al cambio climático.
“No hay nadie mejor que la misma comunidad para decir cómo ha cambiado el clima y cómo debemos adaptarnos”, concluye Acuña. Desde la Amazonía colombiana, las comunidades rurales de San Vicente del Caguán demuestran que la acción climática también se construye desde el territorio, con esperanza, persistencia y organización.