Escasez de agua: un desafío global que afecta a millones de personas
El agua potable, el saneamiento y la higiene son derechos humanos fundamentales y la base del bienestar y la salud. Sin embargo, el hombre históricamente no ha hecho los esfuerzos suficientes para preservar este recurso y ahora se enfrenta a una crisis silenciosa que amenaza con intensificarse en la próxima década.
De acuerdo con información de la Organización de las Naciones Unidas, la mitad de la población mundial ya experimenta escasez grave de agua durante al menos un mes al año, y más de 2.200 millones de personas no cuentan con servicios de agua potable gestionados de manera segura.
La situación es aún más crítica en saneamiento: 3.500 millones de personas carecen de acceso a un servicio seguro y 2.000 millones no disponen de instalaciones para lavarse las manos, un factor que multiplica la propagación de enfermedades.
El rápido crecimiento demográfico, la urbanización acelerada y la presión de los sectores agrícola, industrial y energético han disparado la demanda de agua por encima del propio ritmo del crecimiento poblacional.
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Cambio climático: el gran multiplicador de la escasez
El cambio climático intensifica la crisis hídrica global. Sequías prolongadas en diversas regiones reducen la disponibilidad de agua, mientras que fenómenos extremos vuelven impredecible el acceso a fuentes seguras.
Según proyecciones de la ONU, para 2030 la demanda mundial de agua superará la oferta en un 40 % si no se adoptan medidas urgentes y para 2050, se estima que la mitad de la población mundial vivirá en zonas con alto estrés hídrico.
El agua no solo es esencial para la salud: también sostiene la seguridad alimentaria, la paz, la biodiversidad y el desarrollo económico. Garantizar servicios sostenibles de agua y saneamiento se convierte, entonces, en una estrategia clave para mitigar el impacto del cambio climático y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Retos y soluciones
Los principales desafíos incluyen:
- Escasez creciente y desigual distribución del recurso.
- Contaminación de fuentes hídricas.
- Degradación de ecosistemas relacionados con el agua.
- Cooperación transfronteriza insuficiente en la gestión de cuencas compartidas.
Caso Bogotá: el racionamiento que evidenció la crisis local
Colombia no es ajena al fenómeno de la escasez de agua y Bogotá tuvo que afrontar una de las emergencias hídricas más graves de su historia entre 2024 y 2025.
El nivel crítico de los embalses que abastecen a la capital obligó a la Empresa de Acueducto y Alcantarillado a decretar racionamiento de agua por turnos en diferentes localidades, una medida que se prolongó durante meses.
Las altas temperaturas, la reducción de lluvias asociadas al fenómeno de El Niño y el aumento del consumo pusieron en evidencia la vulnerabilidad de la ciudad frente a los cambios climáticos y la necesidad urgente de mejorar el uso eficiente del recurso.
Este episodio mostró, en clave local, lo que ocurre a escala global: la crisis del agua ya no es un riesgo lejano, sino una realidad que exige cambios inmediatos en políticas públicas, hábitos de consumo y gestión ambiental.
¿Qué podemos hacer?
La ONU propone las siguientes medidas:
- Inversiones en infraestructuras y sistemas de saneamiento.
- Protección y restauración de ecosistemas hídricos.
- Educación en higiene y gestión sostenible.
- Innovación tecnológica en el uso y aprovechamiento del recurso.
- Cooperación intersectorial e internacional más efectiva.
¡No todo es malo!
Entre 2015 y 2022 la población mundial con acceso a agua potable gestionada de manera segura pasó del 69 % al 73%, aunque aún queda un camino enorme por recorrer.