En el Valle, la salsa se vive con sabor a infancia, territorio y los 'Hijos del Son'
En el barrio Los Lagos, al oriente de Cali, donde la cotidianidad muchas veces se vive entre desafíos sociales, contextos de vulnerabilidad y de estigmatización, un proyecto está marcando la diferencia a ritmo de salsa: el semillero de 'melomanitos' Los Hijos del Son, una iniciativa que transforma la música en una herramienta de protección, formación y esperanza para niñas, niños y adolescentes.
Este proyecto cultural, pedagógico, social y comunitario nace como un esfuerzo colectivo por salvaguardar la salsa como patrimonio inmaterial afrocaribeño; el proyecto va más allá del disfrute musical. “A través de talleres de melomanía, formación musical y encuentros intergeneracionales con músicos, coleccionistas y melómanos, Los Hijos del Son forma a las nuevas generaciones como guardianes de la memoria musical de la ciudad”, afirma Saby Escobar, una de las líderes del colectivo.
Este semillero inició como un taller conformado por 12 niños y niñas con base en la fundación Fortaleza “Salsa con contundencia y esencia salsera”, liderada por Lorena Esterilla y los melómanos, coleccionistas y gestores culturales Saby Escobar, Freddy Ortiz y Fernando Figueroa. Hoy, gracias a los esfuerzos y recursos personales de los profesionales, cuenta con 30 menores de edad, cuyos padres no son melómanos, pero sí les apoyan para que la cultura salsera no se pierda.
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“En la actualidad, como los niños están permeados con la música como el reguetón, urbana, entre otros géneros, ha sido complejo meterles ese chip de la tradición musical salsera de Cali. Por eso los incentivamos con el conocimiento de una buena música, sonido, clásicos y demás para que la salsa se reencuentre con los niños”, aclara la líder del colectivo y de la fundación Fortaleza, Lorena Esterilla.
Más que aprender a tocar o a escuchar música, los participantes desarrollan autoestima, fortalecen su identidad cultural, construyen comunidad y hablan en público. La salsa, en este proceso, no solo se aprende, memoriza o se canta; se vive como una forma de resistencia, arraigo y dignidad.
“Son muy chéveres los de la fundación, porque con ellos podemos conocer más de la música, de la salsa, a tocar instrumentos; la fundación no se especializa en baile, pero han intentado hacerlo. Cada sábado nos da el refrigerio después de estar tan cansados (Risas…)”, señala Diana Grueso, una de las integrantes de los Hijos del Son.
Y como el juego es importante para los procesos de aprendizaje de los niños y niñas, este ha sido pieza fundamental en la metodología de enseñanza de la música, los artistas y las tendencias de la salsa afrocaribeña.
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“En los talleres usamos el juego como herramienta para aprender. Cada mes trabajamos una temática diferente y los niños investigan sobre artistas, discos y años clave. Luego, con dinámicas como el ‘tingo tango’, comparten lo que aprendieron y se integran con sus compañeros. Así, la música se vuelve divertida y significativa para ellos”, explica Saby Escobar.
Con este proceso comunitario y cultural, 'Los Hijos del Son¿ continúa consolidándose como una propuesta que promueve la preservación de la salsa como patrimonio musical afrocaribeño, al tiempo que fortalece habilidades, sembrando memoria, identidad y esperanza en cada niño y niña que decide dejarse llevar por el sabor de un legado que resiste y sigue latiendo al ritmo del tambor y el corazón del oriente caleño.